domingo, 28 de diciembre de 2008

Personajes d la Historia (El lado oscuro de Alicia)


Si de Maldito Multifacetico se habla, si de Extraño Maldito Multifacetico se habla,
nos referimos al gran; Lewis Carrol,
Charles Dogson, o solo El Dogson para sus amistades.

(Charles Lutwidge Dodgson 1832 - 1898)

Conocido por ser el tipo que escribio "Alicia en el Pais de las Maravillas", les aseguro que ha hecho algo mas. No solo fue uno de los grandes fotografos, del silglo XIX, un obsesivo matematico y un ingenioso y oscuro inventor, sino que tambien se carteaba con niñas, especialmente con Alice Lidwell, de la cual estaba enamorado.




Oxford una dorada tarde del verano de 1862. Un bote con dos hombres y tres niñas surcan el rio. Uno de los hombres es alto, delgado, tiene una cara palida y reluciente. Mientras su compañero rema, el improvisa un cuento para la chica del flequillo oscuro que se llama Alice, la mas bonita de las tres hermanas: Inventa que Alice cae en la madriguera de un conejo y encuentra un mundo subterraneo poblado de animales que hablan, nobles salidos de un mazo de naipes, brebajes que la reducen de tamaño o la hacen mosntruosamente gigantesca. Cuando vuelven de la excursion los hombres y las niñas, la Alicia real pide al narrador que le escriba su cuento. Y el obedece el ruego de la bella criatura de diez años, pasa una noche entera sin dormir, anotando el relato que titulara, "Las Aventuras de Alicia Bajo Tierra", la primera version de Alicia en el pais de las Maravillas.
Curioso, curiosisimo, que en este cuedro idilico irrumpan las inquietantes paradojas de Alicia, donde nada es lo que debe ser sino otra cosa, algo que se revela y desaparece como el Gato de Cheshire, dejando una sonrisa colgada entre los arboles. No tan curioso, sin embargo, si se mira la escena a travez de la patina de candor con que la cristalizo la mentalidad victoriana.
Para empezar, los hombres que sacrifican con una esplendida tarde de verano con el proposito de divertir a las niñas no son sus devotos padres, ni sus generosos tios ni sus hermanos mayores. Uno es Robinson Duckworth, miembro docente del Trinity colege, el otro es un don (profesor universitario residente)de Christ Church, Charles Lutwidge Dogson. Las niñas son hijas de Henry Liddlell, decano del college de Dogson. La relacion de esos jovenes, solteros, atractivos paseadores de chicas con la familia tampoco va mas alla de alla del trato social. No hay amistad, en el sentido que le damos hoy, que justifique la confiada entrega de Alice, Edith y Lorina Liddell a esos largos paseossin vigilancia alguna. Que no fue uno sino muchos. Curioso, curiosisimo, diria una Alice de nuestro siglo, ignorante de las paradojas victorianas.




Veamos ahora el narrador del cuento. Un hombre estricto, de modales perfectos para una sociedad para en que los modales perfectos, desde el casual saludo en la calle hasta la menera de servirse una taza de te, distinguen o deshonran. Un hombre religioso, que no tolera la broma mas inoqua sobre los preceptos de su iglesia. Un matematico que escribe libros sobre la geometria de Euclides y que sera recordado por sus alumnos como un conferenciante soporifero.
Hay algun matiz fuera de lo comun en el ascetico sr. Dogson? Si, hay muchos y tan extravagantes como las formas moviles de un caleidoscopio. Es un extraño inventor: de muñecos mecanicos, algunos mas bien aterradores, como un muricielago que vuela; del "nictografo", un alfabeto de cartulina para escribir a oscuras y bajo las frazadas; de toda clase de juegos, desd eun billar circular hasta variaciones insolitas de croquet o ajedrez. Escribe y publica poesia, toma lecciones de dibujo, enseña y aprende incansablemente, avido de cualquier cosa nueva que aparezca en el horizonte. Un "raro", lo calificaria nuestra epoca, y no faltaria un comite de evaluacion universitaria que antes de echarlo de su puesto le recomendara unas sesiones de terapia.
Para los reprimidos y represores de la reina Victoriaes, en cambio, un sujeto tediosamente normal, imperceptible, rutinario. Ni la pasion del reverendo por la fotografia los asombra.
Ya antes de esa tarde dorada, de la excursion al rio, el señor Dogson ha eliminado sutilmente de las fotografias los medelos varones. Busca la belleza perfecta en las "damitas" que madres hechizadas por el prestigio del fotografo les llevan a sus habitaciones de soltero. Admirador del orden (los numeros son su segunda religion) anota en listas cuidadosas todas las niñas que conoce. Cuando una realmente lo deslumbra, escribe en su diario: "Marco este dia con un piedra blanca".



Asi marco, con una piedra blanca, el 4 de julio de 1862, esa tarde dorada del nacimiento de Alicia en el Pais de las Maravillas, de su carrera de escritor con el seudonimo de Lewis Carrol, de la nueva identidad, el exito rotundo, la fama casi embarazosa y la gloria de ser leido generacion tras generacion, en todo los idiomas de la tierra, tanto por niños como por adultos. Sin embargo, en terminos de felicidad personal, para Charles Lutwidge Dogson fue una piedra tragica. Aquella tarde se enamoro y para siempre de Alice Liddell.
Nunca sabremos si se dio cuenta por que faltan unas pocas paginas de su diario intimo. La sobrina de lewis carrol las corto con una navaja de afeitar. Anotaciones de los dias en que se produjo el enigmatico distanciamiento de la familia Liddell. La casa se le cerro de un dia para otro. No hubo mas paseos ni excursiones campestres. Cuando Carroll envio a Alice el cuento escrito e ilustrado por el con una Alicia morena, de flequillo y graciosa (no rubia, cabezona y melancolica como la creada por Disney)la pequeña musa tenia 12 años. Cuando pudo fotografiarla otra vez, iba a cumplir diecisiete. El retrato la muestra afeada, inconsolablemente triste.



El misterio del alejamiento de los Liddell no puede resolverse en lo obvio: que sospecharon en la adoracion del hombre por Alice una perversa atraccion sexual. Dogson envejecio engrosando su catalogo de mujersitas, cada vez mas grandes a medida que pasaba el tiempo, las fotografiaba desnudas, y solo apagados rumores oscurecian su reputacion. El sexo no era un problema para los victorianos. Sensillamente no existia. Habia sido eliminado del cuerpo social como la viruela. El pecado de Carroll debio ser de caracter institucional. Tal vez encendido por su imaginacion, se presento a pedir la mano de Alice. No era del todo una locura. Habia de antecedentes de compromisos similares y estaria dispuesto a esperar el tiempo necesario. Pero los padres se asustaron. La prueba de que no vieron en el cortejante mas que una intolerable falta de criterio (un hombre sin buena posicion y mediocre futuro)



¿Que mas imposible, triste, inutil, que enamorarse de una niña?
¿Que mas logico, razonable, coherente, que enamorarse de Alice?



"Cuentenos como sigue la historia, señor Dogson", pide la vocesita en el bote esa tarde dorada. "la proxima vez", dice el cansado de inventar. "ya es la proxima vez", dice Alice.

Ocurre ahi, tan bruscamente como el efecto de la pocima en Las Aventuras de Alicia, la revelacion de que en Charles Ludwidge Dogson hay un hombre que puede crecer hasta volar los techos de los conceptos victorianos y achicarse al tamaño de un duende para burlar el hacha de la reina. No es un desconocido, su alter ego. Los juegos literarios, el gusto de la caricatura, la chispeante fantasia, le pertenecen desde la adolescencia, y la escritura (de todo, sobre todo) forma parte de el, como la cortesia y los ojos azules. Pero la orden ilogica, "ya es la proxima vez", despierta al genio que duerme en su jardin.
Lewis Carroll no comienza con Alice. Solo se pone en movimiento. Y que persona esplendida va hacia la libertad, despojado de su vestidura de clerigo, indiferente al tartamudeo que lo avergonzaba, resplandeciendo en el humor que antes habia esbozado una timida.
Alice crece y se va.
Carroll no se resigna.
Pero hay un modo de suspender el tiempo: encerrarse en la tarde dorada de la infancia, el unico lugar donde siquiera fugazmente podria repetirse el milagro.

La gran paradoja carrolliana es que su obra de ficcion se rebelo a aceptar los limites de una literatura para niños. Un lector de Carroll no es un lector de cuentos infantiles. A mas de cien años de la publicacion de Alicia en el pasi de las Maravillas, y su segunda parte, A travez del espejo, esas aventuras fantasticas no han perdido ni una gota de humor, de asombro, de deleite. Tampoco ha cesado la lucha del individuo contra el sueño hipnotico que toda sociedad impone mientras dura, en forma de valores sin discusion, de costumbres ridiculas, de juicios locos cuyo unico fin es cortar mas y mas cabezas.




Añado el libro, voy a tratar d conseguir el segundo, Detras de el espejo !!

http://www.4shared.com/file/73934510/9acade14/alicia-en-el-pais.html

Entrada de: http://plaztoformiaster.bloringa.net/post-1756787.html

0 Me hablan: